Maravilla, íntimo. Cuando casi pierde una mano, el espejo de Ronaldo y su rol creyente: “Dios hizo una excepción conmigo”
Anda apurado Adrián Martínez. En el mediodía del jueves el Cilindro está en calma pero los minutos corren. Se viene la tarde libre antes de volver a viajar para jugar “otra final”, en Rosario, ante Central. Aún le quedan abrazos por dar, mandatos por cumplir al goleador del Racing campeón de esta Copa Sudamericana. Aunque quizá anda apurado porque todo va muy rápido. Arrancó su carrera con 22 años, después de pasar siete meses preso, después de trabajar de recolector de residuos y albañil. Defensores Unidos de Zárate, Atlanta, Sol de América, Libertad, Cerro Porteño, Curitiba, Instituto de Córdoba. Hasta llegar a la mitad celeste y blanca de Avellaneda, donde lleva 29 gritos en 47 partidos. Y una vuelta olímpica. Nada menos.